martes, 21 de octubre de 2008

NUNCA SON CINCO MINUTOS

Siempre pedimos un ratito más...

De chicos, cuando estábamos jugando con lo amigos del barrio y mamá nos llamaba para bañarnos o merendar... ¡Qué molesto era!

De adolescentes, queríamos que nos den más tiempo para volver del boliche. ¿Por qué nunca podíamos quedarnos hasta el amanecer? Si o si, había que levantarse a almorzar el domingo con la familia.

Y ahora, ya más grandecitos, le pedimos cinco minutos más al reloj para que no insista en que es ¡¡¡YA!!! es la hora de levantarnos.

Últimamente, más que pedirle cinco, le estoy robando unos cuantos minutos más.

Estamos en temportada de dormirnos. Como consecuencia, llegamos tarde a todos lados...

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