Juro que es más fuerte que yo.
Cuando voy al súper y espero en la cola para pagar me tiento con toda esa góndola de chocolates de diferentes tamaños, formas y colores.
Para mi es inevitable ver esa cantidad de cosas y no llevarme, aunque sea, algo para degustar en el camino.
Y, sí. El dulce me puede.
Ayer tuve que ir a Farmacity donde tienen el mismo mecanismo. Claro, como saben que seres golosos como uno se tientan con solo ver un chocolate a 50 cm. de distancia, los ponen mientras uno hace la fila de espera. ¡Qué cosa, he!
Lo mejor de todo es que en cualquier momento sé que va a aparecer Willy Wonka con su tapado bordó y me va a llevar a esa tierra donde instaló su fábrica.
Paraíso soñado.
viernes, 3 de octubre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario