Dede ser una epidemia, un boom, una racha, una moda... ¡No sé!!!
La cuestión es que en lo que va de la semana he recibido ¡tres! invitaciones para ¡tres! Fiestas de Disfraces diferentes.
¿Una opinión? Para mí, son lo menos.
Primero que nada, el tema de elegir de qué nos disfrazamos. Días y días maquinando, viendo, decidiendo si alquilamos un traje o armamos algo propio. Un bajón.
Segundo, el andar vestido toda la noche con algo que nada tiene que ver con nosotros. Eso te vuelve incómodo, fastidioso, lejos de relajarte como debe ser una fiesta que se presie de tal.
Y tercero, los boludones que van y vienen haciendose los grasiosos, amparados tras sus máscaras, maquillajes o antifaces... lamentable.
Tres razones que dejo plasmadas para avisar que no cuenten con la presencia de uno.
No es un desplante. Yo le pongo onda a muchas cosas. Pero las Fiestas de Disfraces me superan.
Por ahí, varios de ustedes recibieron invitaciones similares. Si alguno desiste como yo, me avisan y hacemos otra salida.
¿Les va música, cervecita o fernecito, y una pista de baile?
Ok! Salgamos!!!
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