Que bendita costumbre la de repasar todo lo bueno y lo malo que nos ha pasado cuando se termina un año.
No obstante, salvo que haya pasado alguna tragedia o pérdida importante, la balanza casi siempre queda equilibrada. No sé si será optimismo o qué, pero a alguna experiencia mala inmediatamente se viene una buena para contrarrestar.
Entonces, este año he decidido no ponerme a analizar taaaanto el tiempo pasado. Obviamente que pasó de todo, pero es eso... pasó. ¿Para qué sirve revisarlo? Si fueron errores, inmediatamente uno aprendió la lección sin necesidad de esperar hasta diciembre para hacerlo. Y lo que fue bueno, se disfrutó... A otra cosa mariposa.
Propongo, para el que tenga ganas, hacer un balance breve, livianito, sin esfuerzo. Por ejemplo, recordar si nuestra panza estaba mas o menos crecida que el verano anterior, si a nuestra cabeza le falta más pelo o las estradas son más prominentes que la temporada anterior, si algo de lo que dijimos el año pasado a esta altura lo cumplimos, etc, etc, etc.
Ejemplos, solo unos pocos, para que no nos hagamos la cabeza al pedo y sigamos mirando pal frenchi.
viernes, 19 de diciembre de 2008
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