jueves, 4 de diciembre de 2008

ME TOMO CINCO SEGUNDOS

Y reflexiono: Qué difícil es cambiar ciertos hábitos, costumbres, maneras de andar por la vida y de relacionarse. Es como mucho esto que planteo, pero en realidad, me refiero a detalles.

El otro día una amigo me resaltaba lo altamente puntillosos que soy con el orden, lo estricto que a veces soy conmigo, y demás cuestiones que me hicieron pensar sobre si me gustaría cambiarlas.

Conclusión: Algunas cosas sí, y otras no. Pero he aquí un problema que sería el verdadero motivo de este post.

¡Qué perturbador, incómodo y desestabilizador es el intentarlo! Es como estar en medio del mar sin remos, y no saber si el oleaje te va a llevar a la orilla o te alejará más de ella. Y a su vez, ¿Qué sería lo mejor? Ir a la orilla, o ver qué hay más allá de navegar en aguas donde no podamos enontrar tierra a simple vista.

Creo que la solución es animarse. Pero uno es tan estructurado que da miedo perder cierto rumbo u olvidarnos de la disciplina que tanto nos acompañó en la vida.

Uno, de vez en cuando, se escapa por un rato de sus propios canones... pero vuelve enseguida.

Creo que si estoy planteando esto es porque ganas de cambiar algo hay.

Perdonen por lo pesado. Pero reflexioné aquí porque tal vez a algunos de ustedes les sirve.

Y si, estoy cerca de los 30.

1 comentario:

Rol dijo...

Me gustan sus planteos con usted mismo caballero.
Me parece que tenemos que convencernos (cuando nos planteamos estos cambios) que, aunque parezcan no son tan drásticos como los pensamos... y así lo fueran, seguimos siendo el mismo.